jueves, 19 de febrero de 2015

El Amor Debe Ser Nuestra Forma de Vida


1.   Es indudable que el amor debe ser nuestra forma de vida, porque constituye la condición sine-quanon para alcanzar nuestra perfección.

2.   Un día, cuando estábamos haciendo cola en la caja de una gran tienda para pagar nuestras compras , una cliente comenzó a discutir con la cajera, entonces el Presbítero me contó esta historia:

 Una vez, un cliente gritó al Gerente General de una importante empresa, por la mala atención que le brindaban.

El Gerente llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándole que estaba gastando demasiado, porque había un abundante almuerzo en la mesa.

Su esposa gritó a la empleada porque rompió un plato.

La empleada dio un puntapié al perro, porque la hizo tropezar. El perro salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por la vereda, porque estaba obstaculizando su salida. Esa señora fue al hospital para ponerse la vacuna y que le curaran la herida, y gritó al joven médico, porque le dolió la vacuna al ser aplicada. El joven médico llegó a su casa y gritó a su madre, porque la comida no era de su agrado.

Su madre tolerante, acarició sus cabellos y le dijo:
“Hijo, prometo que mañana haré tu comida favorita. Tú trabajas mucho, estás cansado, y precisas una buena noche de sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama para que puedas descansar muy bien. Mañana será otro día y estoy segura que te sentirás mejor.”

En ese momento se interrumpió ese círculo de conflicto en el que a veces en forma inconsciente ingresamos, porque dicho círculo chocó con la tolerancia, el perdón y el amor.


(…) Si usted se da cuenta en algún momento de su vida, que ingresó a un círculo de conflicto acuérdese que puede romperlo solamente con amor. (comprensión, perdón, tolerancia, etc.)



3.   El respeto por los demás, que implica actuar o dejar de actuar conforme a nuestros derechos; desde un punto de vista práctico, podríamos decir, que constituye el amor en su mínima expresión; sin embargo, no podemos negar la gran trascendencia que tiene el “respeto a los demás” en nuestra vida familiar, social y laboral; pues, garantiza una mejor convivencia con los demás.

Igualmente, no podemos dejar de mencionar que en el ámbito de los  negocios, el “respeto y consideración al cliente”, se ha convertido en un factor diferenciador y una ventaja competitiva de muchas empresas, las cuales lo han  descubierto como una de las maneras para competir exitosamente.

De igual modo, no debemos olvidar que el clima laboral de una organización es el fiel reflejo de la forma (mayor o menor respeto y consideración) en  que los directivos tratan a  sus colaboradores.

4.   Era un 1 de Enero, cuando el Presbítero me contó esta historia:

Un ex-convicto de un campo de concentración nazi fue a visitar a un amigo, con el que había compartido tan penosa experiencia.

“¿Has olvidado ya a los nazis?”, le preguntó a su amigo.

“Si”, le respondió.

“Pues yo no. Aún sigo odiándolos con toda mi alma”

“Entonces, le dijo apaciblemente su amigo, aún siguen teniéndote prisionero”


(…) En verdad, nuestros enemigos no son los que nos odian, sino aquellos a quienes nosotros odiamos.


5.   Esa tarde el Presbítero hablaba con mucha vehemencia, lo que no es usual en él. En el momento en que empezó a hablar de los Valores, le preguntaron:
¿Para qué sirven los Valores?

“Los Valores son frutos del espíritu y ayudan a mantener saludables las dimensiones espiritual, corporal, mental y social a través de las cuales experimentamos nuestra existencia”, respondió.

“Crean condiciones favorables para alcanzar una vida plena y exitosa”, finalizó expresando el Presbítero.


6.   Los Valores, es decir, la prioridad que ponemos en las personas, las cosas, las ideas o los principios, están influenciados por la educación, la sociedad en que vivimos y por la reflexión personal; afirmaba el Presbítero.

Luego, manifestaba: el actuar siempre en base a Valores, es una manera de expresar el amor en nuestras relaciones con los demás y es un condición sine-qua non para vivir plena y exitosamente. Entre los Valores tenemos por ejemplo:

La perseverancia: Es llevar a cabo las actividades necesarias para alcanzar lo decidido, aunque surjan dificultades internas o externas o pese a que disminuya la motivación personal a través del tiempo.
No basta con empezar, es necesario continuar, concluir y alcanzar las metas propuestas.

La obediencia: Es aceptar, asumiendo como decisiones propias, las de quien tiene y ejerce la autoridad, con tal de que no se opongan a la justicia. Es actuar con empeño para interpretar fielmente la voluntad del que manda.

La humildad: Es reconocer nuestras propias deficiencias, cualidades y capacidades y aprovecharlas para obrar el bien sin llamar la atención ni requerir el aplauso ajeno. Es valorarnos en lo que somos y reconocer a los demás en lo que son. La humildad, es en síntesis, reconocer nuestra realidad.

La paciencia: Es cuando uno soporta con serenidad las molestias presentes, cuando se le presenta una dificultad que tiene que superar o cuando conoce que algún bien deseado aún no llegará. La palabra “paciencia” se compone de dos palabras: “paz” y “ciencia”; la paz nos ayuda a ver la realidad y a aceptar con serenidad o ecuanimidad los diferentes obstáculos que enfrentamos y la ciencia nos da la capacidad para comprender y saber enfrentar y resolver los problemas generalmente con mejores alternativas de solución. Ser una persona paciente no debe significar ser una persona pasiva, porque la paciencia en esencia significa actuar sin prisa, pero sin pausa y con sabiduría.

La amistad: Es llegar a tener con algunas personas que ya se conoce previamente por intereses comunes de tipo profesional o de tiempo libre, diversos contactos periódicos personales a causa de una simpatía mutua, interesándose ambos por la persona del otro y por su mejora.

( … ) Sólo descubren los grandes beneficios de los Valores, quienes miran positivamente el mundo y los practican, porque están convencidos que todo lo que existe “existe por algo y para algo”; que cualquier ser, por pequeño que sea tiene su sentido y su razón de ser, es decir, son tan importantes y valiosos como nosotros.

7.   Un día, un feligrés muy religioso llamado Lucas, invitó a cenar en su casa a un hombre que siempre pedía limosna en una esquina de su barrio.

A la hora de la cena, cuando Lucas estaba dando gracias a Dios, su invitado empezó a maldecir y a decir que no soportaba oir más el Santo Nombre del Todopoderoso. Al escucharlo, Lucas no aguantó su rabia y echó de su casa a su invitado.

Aquella noche, cuando Lucas estaba haciendo sus oraciones, escuchó la voz de Dios que le dijo: “Ese hombre ha blasfemado y me ha injuriado durante setenta años y, sin embargo, yo le he dado de comer todos los días. ¿No podrías haberlo soportado tú durante una sola cena?”

8.   Cuando regresábamos de la ciudad de Pucallpa, el Presbítero en el avión me contó esta historia:

Un día, después de muchos años, una familia logró que se reunieran para un almuerzo sus cuatro nietos, la hija mayor y la hija menor con sus respectivos esposos y el abuelo más longevo llamado Elías.

Cuando todos estuvieron ya sentados en la mesa, el abuelo Elías se levantó e intentó servirles. Sin embargo, nadie a excepción de la hija mayor, aceptó que les  sirviera el abuelo.




A todos les extrañó bastante la actitud de la hija mayor y más tarde le dijeron: “¿Cómo es posible que aceptaras que el abuelo te sirviera, en vez que tú le deberías haber servido?

Y ella respondió: “Bueno, en verdad, cuando yo ofrezco a la gente algo, me siento dichosa cuando me lo aceptan. ¿Acaso me consideran capaz de hacer entristecer al abuelo privándolo del gozo por aceptarle algo que me ofrece?





( … ) La práctica del amor en nuestra vida diaria es esencial porque contribuye a nuestra perfección. “Ser perfectos como es perfecto nuestro Padre que está en el cielo” ( Mt. 5, 48 )

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