sábado, 7 de marzo de 2015

Aprendamos a Trabajar en Equipo

1.    Alguna vez escuché decir al Presbítero:

Todos nuestros sueños podemos alcanzar con mayor facilidad, si aprendemos a trabajar en equipo. Porque el trabajo en equipo genera sinergia, la cual se da cuando dos o más personas producen más juntas que la suma de lo que podrían producir individualmente.

¿Qué Valores  caracterizan esencialmente a los integrantes de un equipo de trabajo de alto rendimiento o alta sinergia?

Esencialmente, actúan en base a los siguientes Valores: el respeto a los demás, que es la mínima expresión del amor y la humildad, que es la máxima expresión de la sabiduría.

La esencia de la sinergia es el respeto por las diferencias. Esto significa, en otras palabras, valorar los puntos de vista de las demás personas.

Valorar las diferencias no implica que una persona apruebe o esté de acuerdo con las opiniones de las otras personas. Si no, que las personas respetan las diferencias y las ven como una oportunidad de aprendizaje. Las opiniones diferentes de otras personas, así como sus puntos de vista y perspectivas son valiosos cuando se buscan soluciones. Estas diferencias permiten descubrir y producir cosas juntas más de lo que sería posible descubrir y producir en forma individual.

Por otro lado, sabemos que la mayoría de  las personas ven el mundo como ellas son, no como el mundo es en realidad. Perciben, entienden e interpretan el mundo que les rodea de acuerdo a sus conocimientos y experiencia. Pero, como las personas estamos limitadas por nuestros conocimientos y experiencia personales, necesitamos las perspectivas de los demás, para expandir nuestro entendimiento y obtener un punto de vista más objetivo. Para lo cual, es necesario actuar con mucha humildad.


Un equipo de trabajo de alto rendimiento o alta sinergia se caracteriza porque sus integrantes cumplen con el sistema de las 5 C:


C = Conocimiento
C = Complementaridad
C = Confianza
C = Compromiso
C = Comunicación



2.          En cierta ocasión, los diversos miembros y órganos del cuerpo estaban muy enfadados con el estómago. Se quejaban de que ellos tenían que buscar el alimento y dárselo al estómago, mientras que éste no hacía más que devorar el fruto del trabajo de todos ellos.
De modo que decidieron no darle más alimento al estómago. Las manos dejaron de llevarlo a la boca, los dientes dejaron de masticar y la garganta dejó de tragar. Pensaban que con ello obligarían al estómago a que les ayude.

Pero lo único que consiguieron fue debilitar al cuerpo, hasta el punto de que todos ellos se vieron en auténtico peligro de muerte. De este modo, fueron ellos en definitiva, los que aprendieron la lección de que, AL AYUDARSE UNOS A OTROS, en realidad trabajaban por su propio bienestar.

3. Una vez, el Presbítero me contó:

    El Capitán de un barco, con el fin de probar la eficacia
    del personal de la sala de máquinas,  dio   la orden de
    avanzar   a la máxima velocidad, y     de    pronto
    súbitamente   mandó  efectuar una    parada    de
    emergencia . Sus órdenes fueron  obedecidas  al
    instante .

    Luego se encendió el sistema de megafonía y se oyó
    su voz: “Les habla el Capitán. Mis felicitaciones a la
    sala de máquinas, han detenido el barco en menos
    de un minuto, exactamente en 33.3 segundos.”
   
    Casi inmediatamente después, se escuchó otra voz:
    “Les habla el cocinero. El barco se habrá detenido en
    menos  de un minuto, pero todas las ollas con la
    comida  para la cena hoy  se fueron al piso. ¡Esta
    noche no habrá cena para nadie!.


( … ) La coordinación adecuada en un equipo de trabajo  tiene su propio ritmo según su naturaleza.

4. Cuando estuvimos estudiando la Maestría de Tributación, el Presbítero nos visitó y nos relató esta historia:

Había una vez, un Intendente de una Aduana Fronteriza, que cada día tenía que atender a docenas de personas, la mayoría de las cuales le presentaban quejas de diversa índole.

Un día, el Fiscal de la jurisdicción, le dijo al Intendente, que no comprendía cómo era capaz de entrevistarse con tantas personas en el espacio de unas pocas horas.

“Usted”, le decía el Fiscal, “consigue atender a todos sus usuarios en el lapso de su media jornada de trabajo, mientras que a mí me suele dar las 8 ó 9 de la noche en mi despacho….”.

“Si, le dijo el Intendente, eso le pasa porque usted habla demasiado”.




( … ) Habremos dado un gran paso, si en la prestación de un servicio público habláramos menos y escucháramos más.

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