1.
Un feligrés se dirigió al
Presbítero diciéndole: Sin muchas palabras, podrías decirme ¿Qué hábitos
debemos tener para alcanzar una vida plena y exitosa?
“Amor,
preparación y fe”, contestó inmediatamente el Presbítero
Se
quedó pensando, y añadió: “También debemos tener perseverancia, paciencia,
humildad y saber trabajar en equipo”.
Cuando
parecía que ya había terminado, el Presbítero acotó: “En verdad hay muchos
hábitos que deberíamos desarrollar, pero lo que nunca debemos dejar de tener es
“amor, preparación, fe y perseverancia”.
2.
El ser humano no es un ser
terminado como hemos mencionado. Ha de completarse por medio de su acción y de
su trabajo. De ese modo va creciendo y puede alcanzar la plenitud. El hombre no
esta hecho para alcanzar un equilibrio estático, ni la razón de nuestro actuar
es corregir eventuales desequilibrios (emocionales o del tipo que sean). El ser
humano ha de crecer buscando una mayor plenitud y este crecimiento debe darse
en cada una de las cuatro dimensiones que hemos mencionado.
3.
El crecimiento de lo corporal
es limitado y, en buena medida no depende de nosotros. Ahí juegan otros
factores, como las leyes biológicas, tipo de alimentación, etc. En cambio, en
nuestra dimensión mental, el crecimiento de nuestro conocimiento sí esta bajo
nuestro control más que el de nuestro cuerpo; aunque tampoco de modo pleno,
pues podemos perder la memoria en algún momento.
4.
En nuestras dimensiones social
y espiritual, los que sí dependen de nosotros es nuestra capacidad de amar y
nuestra libertad interior, respectivamente. Solo quiero si yo quiero, aunque
todo el universo se me oponga. Nadie puede querer por mí, es algo
intransferible e insustituible desde fuera de nosotros. Asimismo, nuestra
libertad para vivir siendo nosotros mismos y ser cada vez mejores, nadie nos la
puede quitar. Nosotros somos arquitectos de nuestro destino.
5.
La posesión física o material
de las cosas es muy débil, las cosas que tenemos podemos perderlas con
facilidad. Más difícil de perder son nuestras habilidades y conocimientos.
Pero, inclusive podemos perder la memoria y todo lo que sabíamos. Lo que no
podemos perder de ninguna manera es nuestra capacidad de amar y nuestra libertad
interior, son las dos únicas cosas que nos las llevamos, cuando dejamos este
mundo.
Insisto,
no debemos olvidar, que nuestra capacidad de amar y nuestra libertad interior,
dependen exclusivamente de nosotros, a diferencia del tener y el conocer.
6.
Por otro lado, así como el
éxito se opone al fracaso; a la plenitud se le opone el vacío existencial. Por
experiencia, sabemos, que el éxito no depende sólo de nuestro esfuerzo y
capacidad, pues para que se dé son necesarios otros factores que no
controlamos. Por el contrario, vivir una vida plena o caer en la vaciedad,
depende de la elección que hagamos en cada momento, de lo que busco cuando
actúo, del uso que hago de mi libertad; esto depende única y exclusivamente de
mí, con independencia de lo que ocurra a mi alrededor.
7.
Por eso, del paradigma de
buscar primero el éxito hay que pasar al de buscar primero la plenitud y
comprobarás que esto te facilitará el logro de un éxito sostenible durante toda
tu vida. En realidad, si queremos vivir plena y exitosamente, antes que nada
debemos ser excelentes personas con buena preparación . Lo que llamamos éxito,
viene después por añadidura.
Para
tu reflexión lee detenidamente esto:
El
Presbítero acogía favorablemente los avances de la tecnología, pero era
profundamente consciente de sus limitaciones.
Cuando
un industrial le preguntó al Presbítero ¿En qué se ocupaba?, éste le respondió:
“Me dedico a la industria de las personas”
¿Y
qué demonios es eso? si puede saberse, dijo el industrial.
"Fijémonos
en tu caso", respondió el Presbítero, "Tus esfuerzos producen mejores
cosas, los míos mejores personas".
Más
tarde el Presbítero les decía a sus feligreses: “El fin esencial de la vida es
lograr el esplendor de las personas, pero hoy en día la mayoría de la gente
parece estar especialmente interesada sólo por el perfeccionamiento de las
cosas”
8.
Ahí va otra reflexión, para
ti:
Todos
sabemos que el origen latino de la palabra “éxito” es “éxitus” que significa
“salida”. Sin embargo, en el uso corriente la palabra éxito más bien esta
asociada a “llegada”: llegar a una meta, alcanzar algún objetivo.
En
realidad, la base del éxito está en no sentirse conforme, en iniciar algo
diferente, en producir algún cambio. Sólo aquellos que se atreven abandonar la
seguridad de lo ya conocido, de las formas de hacer tradicionales, de las cosas
obvias, aquellos que se atreven a salir inauguran la posibilidad del éxito.
No
encontrará el éxito el que no lo busca. No lo buscará aquél que no cree posible
lograrlo. No habrá éxito si no tenemos confianza en nosotros mismos y si no
somos perseverantes.
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