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lunes, 8 de diciembre de 2014
Despertemos
El filósofo expuso largamente al Presbítero sobre la “realidad objetiva”.
Cuando el filósofo concluyó, dijo el Presbítero:
“Lo que tú conoces no es la realidad, sino la percepción que tienes de ella. Y lo que experimentas no es el mundo, sino tu propio estado de ánimo”.
“Entonces ¿es que la realidad no puede ser captada?, interrogó el filósofo.
“Sí...pero sólo por los que van más allá de sus pensamientos”, replicó el Presbítero.
“¿Y qué clase de personas son ésas?”.
“Las que se han liberado de ese gran protector que llamamos el “Yo”, porque cuando el “Yo” desaparece, cesa también la protección...y se ve el mundo en su desnuda belleza”.
También te cuento:
“Lo que más me deprime es la absoluta vulgaridad de mi existencia. Jamás en la vida he hecho nada tan importante como para merecer la atención del mundo”, dijo el feligrés.
“Te equivocas si piensas que es la atención del mundo lo que hace que una acción sea importante”, dijo el Presbítero.
Siguió una larga pausa...
“Bueno, pero es que tampoco he hecho nada que haya influido en alguien, ni para bien ni para mal...”, replicó el feligrés.
“Te equivocas si piensas que es el influir en los demás lo que hace que una acción sea importante”, volvió a decir el Presbítero.
“Pero, entonces, ¿qué es lo que hace que una acción sea importante?”.
“El realizarla por sí misma porque nos nace y entusiasma hacerlo, poniendo en ella todo el propio ser. Entonces resulta ser una acción desinteresada, semejante a la actividad de Dios", sentenció el Presbítero.
Ahí va otro cuento para tu reflexión:
Cuentan que un guerrero Japonés fue apresado por sus enemigos y encerrado en un calabozo.
Aquella noche no podía conciliar el sueño, porque estaba convencido de que a la mañana siguiente, habrían de torturarle cruelmente.
Entonces, recordó las palabras del Presbítero: “El mañana no es real. La única realidad es el presente”. Volvió al presente y se quedó dormido.
(...) Trata de vivir el presente, procurando que tu mente siempre esté donde está tu cuerpo, y experimentarás la realidad.
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