jueves, 25 de diciembre de 2014

TOMO II : EL PEREGRINO DE LA LUZ

SABIDURÍA Y SANTIDAD

En la búsqueda de lo Absoluto, una persona se orienta de una u otra manera hacia su origen, ya sea a través de la sabiduría o de la santidad.
El sabio parte de su propio infinito, centro de su Ser. En esa inmensidad, su YO carece de un punto de apoyo y sus proyectos u obsesiones paulatinamente pueden empequeñecerse hasta desaparecer o agrandarse hasta abarcar la inmensidad de la realidad, según sean sus convicciones y perseverancia.
El santo por su lado, en sentido inverso, parte de su finitud e irrisoria pequeñez. Su YO, es dejado a la misteriosa voluntad del Creador, renuncia a toda voluntad personal, manteniendo su pensamiento siempre fijo en Dios.
Cualquiera de los dos caminos (sabiduría o santidad) que siga una persona, su realización final que alcance, por experiencia sabemos,  se caracterizará por ser un estado de  libertad interior, conocimiento, amor y alegría.
Por lo expresado en los párrafos anteriores y por experiencia, también podemos afirmar que el sabio realizado tiene generalmente las condiciones necesarias para alcanzar la santidad; así como, el  que alcance la santidad cuenta con las condiciones para lograr también la sabiduría; no obstante, que las prácticas y las formas de ambos sean diferentes.
Te cuento para tu reflexión:
Al  Presbítero le  encantaba siempre ver cómo las personas reconocían su ignorancia.
El Presbítero afirmaba que: ¨La sabiduría tiende a crecer a medida que crece también la consciencia de la propia ignorancia.¨
Y cuando los feligreses le pidieron al Presbítero que explicara dicha afirmación, dijo: ¨Cuando consigues comprender que hoy no eres  tan sabio como ayer creías serlo, resulta que hoy eres aún más sabio¨.

Para seguir reflexionando, ahí va:
Una  feligrés que hacía planes para el banquete de su boda, cuando se encontró con el Presbítero, le dijo: ¨Por amor a los pobres, he conseguido que mi familia accediera a ir en contra de lo convencional; es decir, sentar a los invitados pobres a la cabecera de la mesa, relegando a los ricos a los últimos lugares¨.
La feligrés se quedo mirando a los ojos del Presbítero, como esperando su aprobación.
Pero, el Presbítero después de pensarlo unos momentos, dijo: “Eso sería de lo más desafortunado querida, porque nadie disfrutaría del banquete, tu familia se sentiría incómoda, tus invitados ricos maltratados, y los invitados pobres pasarían hambre, porque estarían demasiados cohibidos para comer a su gusto, viéndose en la cabecera de la mesa¨.

También te cuento:
Un día el Presbítero ofreció la solución perfecta a una pareja de esposos que siempre estaban discutiendo.
Les miró fijamente y les dijo: ¨Dejad de reclamar como un derecho lo que podéis pedir como un favor¨.
La pareja puso en práctica la recomendación del Presbítero y desde ese día sus discusiones cesaron.

Otro para tu reflexión:
Un lunes por la mañana, se acercó un joven feligrés al Presbítero y le dijo: ¨Quisiera ser sabio¨. ¿Cómo puedo hacer realidad mi deseo?
El Presbítero suspiró y dijo ¨Había una vez un joven exactamente igual que tú que deseaba ser sabio, y lo deseaba con suficiente intensidad como para conseguirlo. Cierto día, me encontraba sentado exactamente en el mismo lugar en el que ahora estoy  y al frente mío estaba sentado un joven en el mismísimo lugar en el que ahora estás tú. Y el joven decía: ¡Quiero ser sabio!

 Para tu meditación, te cuento:
Un día sábado por la tarde, el Presidente de una gran Corporación Multinacional se detuvo para visitar al Presbítero.
¨Mi trabajo no me permite escuchar largos discursos¨ dijo al Presbítero y seguidamente le preguntó: ¿Podrías decirle en unas cuantas palabras la esencia de la religión a un hombre tan ocupado como yo?
El Presbítero quedó  mirándolo y  le respondió diciendo: “Le diré en una sola palabra en honor a su Excelencia”.
¡Increíble! ¿Cuál es esa palabra? Inquirió el ilustre visitante.
¨Silencio¨ respondió el Presbítero
¿Y cuál es el camino hacia el silencio?
¨La meditación¨ dijo el Presbítero
¿Y qué es, si me permite preguntarle, la meditación?
¨Silencio¨ expresó el Presbítero

Para seguir meditando:
Cuando uno de los feligreses manifestó su propósito de anunciar a otros la Verdad, el Presbítero le propuso una prueba ¨Pronuncia un discurso en mi presencia para que yo pueda juzgar si ya estas preparado¨
Cumpliendo con la prueba, el feligrés realmente dió un discurso  inspirador; y cuando al acabar se  le acercó un mendigo , entonces él se puso de pie y le regaló su capa , lo cual fue observado por una complacida  Asamblea.
Mas tarde le dijo el Presbítero al feligrés: ¨Tus palabras fueron muy profundas, hijo mío, pero aún no estas preparado¨

¿Por qué? Preguntó con incredulidad el feligrés
“Por dos razones: porque no has dado al mendigo la oportunidad de expresar sus necesidades y porque no has superado el deseo de impresionar a los demás con tu virtud”


(…) ¿Será  algo más que  una coincidencia  el hecho que  la sabiduría con el tiempo nos puede llevar  a la santidad  y  que por  la santidad es posible llegar también con el tiempo  a la sabiduría?


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